Diseñada desde su origen para ser posada, con unos jardines inmensos donde hubo un esmerado paisajismo. Lo raro es que nadie camina por ellos para gozar la grama con los pies descalzos. La piscina es fabulosa y el comedor totalmente abierto a ese espacio de sol y viento. En las mañana llega un famoso pianista – Iván Anderschon – a amenizar el desayuno con su música. Todas las habitaciones tienen o terraza o balcón y en cada una colocan un chinchorro o una masaya. Atienden los mismo dueños, una familia extraordinaria que ama su nuevo oficio de posaderos.